El efecto Pigmalión
Pigmalión fue un rey mítico de Chipre y era conocido por estar soltero durante toda su vida. Su afición era la escultura exclusivamente. Así, un día talló la estatua de una mujer joven a la que nombró Galatea y la dio características maravillosas. El resultado fue precioso... El rey se sentía atraído por su propia obra y no podía dejar de pensar en su amada de marfil. Rogaba a la diosa Venus que diera vida a esa estatua porque así sentiría por fin el amor que le faltaba.
Pigmalión besaba cada noche a su estatua.
Pero una noche, después de contemplarla por mucho rato, el artista se acercó a besarla y no sintió ya los labios helados de marfil, sino sintió una suave y cálida piel en sus labios. Volvió a besarla, y la estatua había cobrado vida, enamorándose perdidamente de su creador.
Venus cumplió su deseo y dio vida a la estatua y se enamoró de su creador. El fruto de su amor fue llamado: Pafos, el nombre de la ciudad de Chipre de hoy.
Hoy vamos a hablar del efecto Pigmalion y el afecto de las expectativas en el rendimiento y la productividad en las personas.
El 1968 fue realizado por dos científicos un experimento en un colegio californiano. Se dio una prueba a unos alumnos elegidos al azar que examinaría su coeficiente de inteligencia.
Los resultados sacados de la prueba no fueron revelados y al final los científicos mintieron a los alumnos participantes, diciéndoles que ellos pertenecían al 20% de clase que tiene mucha más potencia que la media.
Es decir que los alumnos señalados, eran como cualquier otro alumno pero los profesores los hicieron creer que podrían destacar. Al final del año, otra prueba realizada, demostró que los alumnos estos habían presentado un mejoramiento significativo.
Este experimento tiene muchas implicaciones no sólo en el colegio sino también en el trabajo en el entrenamiento y en todos los campos donde hay competencia y contacto con personas. Los mensajes verbales que recibimos nos repercuten, para bien o para mal...
Resulta que la confianza y las expectativas ajenas que depositan los demás a nosotros nos dan alas y nos ayudan a conseguir nuestras metas. Tienden a cumplirse cuando hay algo que las impulsa y las empuja.
Pero más poderoso que el efecto Pigmalión es el efecto Galactea. El poder de las expectativas a tu propio mismo. Quizás hayáis escuchado la frase célebre "creer es poder". Pues los especialistas en el sector de la pedagogía lo han nombrado: "efecto Galactea".
También existe el efecto contrario que es devastador y se llama efecto Golem. Veamos como funciona este afecto. Imaginemos un conjunto de personas donde hay una figura de autoridad por ejemplo un padre, un jefe, un profesor o un entrenador y una persona subordinada como un hijo, un empleador, un alumno, o un atleta respectivamente. Cuando la persona subordinada se da cuenta de que hay expectativas bajas depositadas en ella, sus propias expectativas se confirman, se refuerza la opinión que tenía desde el principio y llega a ser todo a una profecía autocumplida... diciéndole a sí mismo "tenían razón"...
Las personas que son propensos al efecto Golem son los niños y los individuos con baja autoestima. Nadie puede escapar del efecto Golem.
Si no crees en ti mismo nadie lo va a hacer...
No te olvides de esta frase... "creer es poder".
¿Como podemos ayudar a las personas que observamos que sufren del efecto Golem...? Por consiguiente, en vez de criticar y despreciar a una persona... anímale. No te enfoques nunca a sus puntos débiles sino a sus puntos fuertes y mándale tareas cada vez más exigentes después de asegurarte que ha cumplido las anteriores con éxito. No lo trates como si fuera un caso perdido. Cuestionate, con esta creencia, lo ayudo a salir del estancamiento o lo hundo cada vez más...?
Echad aquí un ojo en un vídeo divulgado que yo lo encuentro maravilloso para entender este fenómeno amplio.
"No hagas lo que no quieres que te hagan."
Gracias por leer...
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